Violencia intrafamiliar



Violencia intrafamiliar modifica cerebro de niños

Los niños expuestos a violencia intrafamiliar o abuso muestran cambios en sus cerebros parecidos a los de soldados que han participado en combates.

Investigadores de la Universidad de Londres observaron, utilizando imágenes deresonancia magnética funcional, cómo los cerebros de los niños con exposición a laviolencia en el hogar responden a los rostros que muestran enojo: tienen una mayor actividad en la ínsula anterior del cerebro y la amígdala, regiones que participan en la detección de amenazas y anticipan el dolor.

Este nuevo estudio, publicado en Current Biology, es el primero en aplicar la imagen funcional del cerebro para explorar el impacto de abuso físico o la violencia doméstica en el desarrollo emocional de los niños, un patrón de actividad cerebral similar al observado en soldados expuestos a situaciones violentas de combate; cómo se adapta el cerebro a un entorno difícil y peligroso.

Los cambios no reflejan daño cerebral, señalan los investigadores, pero pueden hacer a estos niños más vulnerables al estrés. "Una mayor reactividad ante una amenaza biológicamente relevante, como la ira (de un adulto), puede representar una respuesta adaptativa a corto plazo en estos niños, ayudándolos a mantenerse fuera de peligro; sin embargo, también puede constituir un factor de riesgo neurobiológico subyacente, aumentando su vulnerabilidad ante problemas de salud mental posteriores, como la ansiedad", explica el doctor Eamon mccroy, quien dirigió el estudio.

El investigador destaca la importancia de "tomar en serio el impacto que puede tener en un niño vivir en una familia que se caracteriza por su comportamiento violento, porque incluso si el niño no muestra signos evidentes de ansiedad o depresión, esta experiencia tiene un efecto a nivel neuronal".

En el estudio participaron 43 niños con una edad promedio de 12 años; veinte de ellos habían sido víctimas de violencia familiar, documentada en los registros de los servicios sociales. Ninguno mostraba síntomas de algún problema de salud mental. Fueron sometidos a escáneres cerebrales de fMRI mientras se les mostraban imágenes de rostros masculinos y femeninos con expresiones de tristeza, calma y enojo. Sólo tenían que responder si el rostro era de hombre o de mujer, para que el procesamiento de la emoción que representaban fuera incidental. Los resultados mostraron que los cerebros de los niños expuestos a violencia doméstica presentaban mayor actividad en la ínsula anterior y la amígdala cuando respondían a los rostros enojados. Estas dos regiones han sido asociadas a trastornos de ansiedad y a la detección de amenazas, lo cual sugiere que los cerebros de los niños maltratados, igual que en los soldados expuestos a combates, se adaptan para estar 'hiperalertas' ante cualquier signo de peligro en el ambiente que los rodea.